domingo, 10 de julio de 2011

Nocturna y calurosa o calurosa y nocturna.

Estábamos metidos en una subida larga y con final duro. Aún se podía ver con las últimas luces del día y el calor era sofocante. Al coronar el cerro de San Pablo nos deleitamos en un mirador, con Córdoba a nuestros pies. Las luces de la ciudad empiezan a destacar sobre los pardos que la envuelven.
 J. Miguel y yo con Córdoba al fondo.
La última nocturna que hice fue hace unas semanas en la Tejeda. Esta vez quien levanta la liebre es Rafael Fernández. Las altas temperaturas del verano hacen que las salidas se retrasen terminando muchas de noche. Pero hoy estamos citados a una nocturna. Salimos de día desde el parque de la Asomadilla y desde allí nos proponemos encarar la próxima Sierra Morena, por las últimas calles que nos conducen a los sinuosos senderos hacia la zona de Los Morales. Desde allí nos giramos a la derecha por unas veredas frecuentadas por los compañeros biker que les gustan los descensos fuertes.
La subida se prolonga durante una hora. Volvemos sobre nuestros pasos y bajamos un tramo para meterle unos dientes de sierra al perfil de la ruta. De lo contrario tendría una aburrida forma de trapecio, sombrero de copa, meseta,…. En definitiva quedaría con una subida larga, un “llaneo” ondulado pero sin grandes desniveles, y una prolongada bajada.
Rafa Fdez y Juán Miguel que se les han quedado
los dientes  apretados  después de la subida.
Sobre los frontales (linterna que llevamos en la frente, a mi me gusta llamarlos gusi luz) hay mucho escrito y la evolución ha sido impresionante desde un tiempo acá. Que si los lúmenes, las candelas, la tecnología led, las horas de autonomía, el foco regulable, la distancia a la que ilumina, y un largo etc. En esta salida coinciden tres frontales de diferente marca, pero claro, la tecnología hay que acompañarla de energía. Y es que nos vemos en medio de la sierra con las pilas casi gastadas en dos de ellos, y el gusi luz de Juán Miguel nada de nada. Pero nos sorprende con un remedio casero (parece que lo maneja desde su infancia) y el aparatito empieza a desbordar luz a toda mecha ( no puedo revelar el secreto porque no sé si lo tiene patentado, lo mismo más adelante podemos contar algo).

Hemos salido Rafa Fdez, su fiel acompañante Lobo, Juán Miguel y yo. Esperamos a mitad de camino la incorporación de Paco Ríos que hoy vuelve del trabajo más tarde. Finalmente nos encontramos con él en la última bajada. La aventura se prolonga dos horas y treinta y cinco, con unos 25 km.
Hoy es el cumpleaños de Lobo, ya tiene un añito. Pero un año canino tiene mucho más peso que uno humano.
Me contaba mi abuelo que un bardo (vallado de leña o espinos) dura tres años, un perro tres bardos, un caballo tres perros y un hombre tres caballos. Ya tienes datos para calcular la equivalencia. Aunque recuerdo a mi Gustavo, un precioso setter irlandés, que llegó a cumplir los dieciocho. Siempre hay excepciones.

Vamos disfrutando de la noche en todo su esplendor, intentando alejarnos del calor de la ciudad. Aunque aquí en medio del monte la esquiva brisa no se prodiga como nos gustaría para recibir su sutil abaniqueo.
De los cuatro los que mejor van son J. Miguel que le funciona el frontal y Lobo que no lo necesita, que como perro lazarillo encabeza la cordada para guiarnos por las sendas en medio del bosque y la espesa noche.
Echamos de menos la luna que hoy empieza la fase creciente. Pero en medio de la arboleda su luz sería insuficiente aunque estuviese a pleno rendimiento. 
 En las Ermitas.
Llegamos a las Ermitas, y con los reflejos que se le escapan a la ciudad se hace un poco más fácil el descenso. Otro de los motivos que animaban la bajada era pensar en las cervezas que nos tomaríamos para combatir la deshidratación.

Felicidades traileras Lobo y que cumplas mucho más de tres bardos.

Saludos traileros. Jes.

1 comentario:

  1. gracias, por la ruta y por la cronica.
    Un saludo de parte de LOBO
    Rafa Fernández

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