Ya ha pasado una semana desde los 101. Eso me da más perspectiva.
Las carreras son todas
distintas aunque la hayas corrido antes. El año pasado fue mi bautismo con la
centena y la experiencia es de las que te marcan.
Este año, mejor preparado, con
las mismas ganas o más, conociendo el recorrido, más rodado como ultra… pero no esperábamos el contraste tan brusco
de temperatura.
Los últimos entrenamientos
los hicimos con el chubasquero puesto y en dos días viene una masa de aire
abrasador que sorprende a los organismos más camaleónicos.
Hoy estoy corriendo en mi
Tejeda (la mancha de la mora con otra verde se quita) me ha nevado y granizado.
No esperaba que me sorprendiera el frío, pero tuve que correr con un polar que, como he mencionado antes, se tiñó de blanco por unos momentos hasta que el granizo y la lluvia le devolvieron el color original.
Curiosos contrastes.
(Mira la parte superior de la foto).
Para que no se derritiera el cartel de la prueba lo metieron en un frigo.
Salí de Ronda con mi amigo
Juan Miguel como pareja de baile (la misma del año pasado). Sabíamos que no se podían
derrochar las fuerzas e intentar llegar al 50 “fresquitos” (qué ironía).
Nos obligábamos constantemente a
hidratarnos, comer y controlar el ritmo.
Compartimos mucho trecho con un
corredor mítico como Mark Svenson.
Bromeando, saludando gente,
animando a los animadores…
Tenemos todo el día por
delante.
Mezclándonos con los
compañeros de las dos ruedas (no solo bicis, también algún patinete).
El calor lo íbamos
gestionando con cautela.
Me vestí de blanco
inmaculado, parecía salido de un anuncio de detergente. Todo para esquivar los
excesos del mercurio. No encontraba pantalones blancos y me tuve que comprar
unos de tenis. (Esto me valió algún tirón de orejas por no llevar la equipación
oficial del club. ¡Ehhhh!, pero el logo
lo llevaba en la espalda y a mucha honra).
Nos regaron los bomberos
(riego oficial) y vecinos de los
cortijos y chalets por donde pasábamos (riegos espontáneos, siendo conscientes
de lo que caía).
Con Rafa Fdez y Juan Miguel.
Qué pena no haber encontrado una riñonera blanca.
A partir del kilómetro veinte
y poco, el pie izquierdo empieza a recordarme que hemos pasado momentos malos. Ya
me lo habían infiltrado y tenía que correr vendado. Pero desde hacía más de un
mes que sólo lo convertía en momia cuando me había dado alguna paliza. (Verás
cuando se entere mi amigo, podólogo y médico deportivo, Toni Fernández).
Pasamos Arriate, subimos la
primera cuesta prolongada. En la subida me duele menos.
Iba corrigiendo cada pisada para evitar la pronación que provocaban mis vagos tibiales y así el doloroso pinzamiento.
Mi pareja tiene flato y va algo mermado desde hace unos cuantos kilómetros. Después de muchas
discusiones internas, lo dejo.
Ya he pasado los 40 kilómetros y me he
encontrado compañeros bajo los árboles, rojos como salmonetes. Ninguno quería ayuda.
Me encuentro muy bien físicamente pero la pierna se me va agarrotando hasta
arriba de pisar mal. La tortura me obliga a andar algunos tramos hasta que se
alivia y me convenzo de que corriendo me duele menos.
En Alcalá del Valle me espera
mi familia para darme una inyección de ánimo. Llego una hora por encima del
tiempo del año anterior.
Hay un puesto sanitario y le
pido esparadrapo para vendarme el pie. El puente y lateral interno está
hinchado, lo paso muy mal poniendo el vendaje. Me insisten en que tome ibuprofeno, pero
no puedo tomar antiinflamatorios.
Sigo cojeando, paso el
control del kilómetro 51 y decido retirarme con todo el dolor de mi corazón.
Llega mi compañero Juan
Miguel, se ha rehecho y va mucho mejor. Pero no puedo acompañarlo. La primera intención fue seguir hasta Setenil, a ver que pasaba, pero estaba en el ecuador de la carrera
y era una locura continuar con el pie como lo tenía. Luego él abandonaría entorno al kilómetro 80.
Provisión de un colega precavido que intuía
la penosa limitación de los avituallamientos.
Reconozco que acostado,
aquella noche, pensaba que podían llevarme al kilómetro 51 e intentar terminar.
El calor no llegó a tumbarme, pero quizá, de no haber tenido el problema del pie, me hubiese vencido más adelante como a tantos compañeros de batalla.
Después de una semana de
hielo, ejercicios de propiocepción, fortalecimiento cauteloso y …. un buen
vendaje, hoy estoy corriendo casi sin dolor.
Me gustaría felicitar a todos
los que corrieron, terminaran o no. En especial a nuestro Pablo Bonilla que
hizo 6º de la general y repite PRIMER PUESTO SENIOR.
Cuando pase más tiempo y la
gente mire los tiempos, los que terminaron, los retirados (muchos con el suero
puesto) no se imaginarán el calor
que hizo ese día.
Saludos traileros. Jes.
Buen comentario sobre el infierno de Ronda, espero que nos digas algo de lagarto lagarto.
ResponderEliminarhttp://www.trailrunningreview.com/
Te dejo un enlace de una web que hace muy buenas pruebas de zapatillas trail, chaquetas y geles.
Un saludo
Rubén Aragón.
Hola Jesús, que buen relato del 101 km, fue tremendo el calor que pasamos, una experiencia inolvidable, yo la hice en Mtb y este año he conseguido plaza en duatlon, haber si nos vemos en Ronda.
ResponderEliminarUn saludo
Tu paisano JUAN,el mellizo de mena.
Hola Juan. Acabo de releer la crónica al ver tu mensaje.
EliminarLa lesión del pie la arrastraba desde hacía meses, me dejó tirado en Ronda, tuve que parar dos meses en verano y ahora estoy rodando en montaña un día a la semana.
Tenía inscripción para este año, pero mi asesor médico (Toni)me ha limitado los ultras por montaña de este año a Peñalara (110km).
Mucha suerte para Ronda y disfruta entrenándolo. Si participas en duatlón es porque estás corriendo. Espero que hagamos alguna salidita por nuestra tierra.
Saludos traileros. Jes.