viernes, 24 de junio de 2011

El clan de los traileros.

Este fin de semana hemos quedado unos cuantos excéntricos de ese colectivo de individuos que nos apasiona correr por la montaña. 
Esta vez, forma parte de la hermandad el amigo Juan Miguel, compañero de fatigas en alguna que otra carrera y que recientemente ha terminado residiendo en Córduba.

Madrugando, porque el calor a estas alturas del año puede ser bastante castigador. Sábado por la mañana después de la fiesta fin de curso de mi hijo, que se alargó  hasta la madrugada, amenizada por las actuaciones de los niños y alguna que otra bebida espirituosa. 
Pero habíamos quedado para correr y a una cita de éstas no se debe faltar, y mucho peor, llegar tarde. 
Estuvimos dos horas y media de sube  y baja (incluidas las pequeñas pausas para reagruparnos o dar de beber a los perros) en nuestra querida Sierra Morena. 


Comienza la canícula y aunque el verde se ha hecho fuerte ayudado por las tardías tormentas de finales de primavera, ya empieza a perder el pulso y van asomando poco a  poco las tonalidades pajizas. 
En los sitios más frescos y húmedos, cerca de los arroyos,  se resiste a cortar el apreciado y cada vez más llamativo caudal. Se forman auténticos túneles en la vegetación, bosques de galería, que se sienten estrechar por el avance de las punzantes lianas de zarzas, dificultando el paso en algunos tramos. 
Pacoki, Rafa Fdez con Lobo, Juan Miguel y Rafa Álvarez. 
Roco los entretiene para que miren a la cámara.

Hay muchos momentos de silencio, y quiero pensar que es debido al disfrute del momento. A esa soledad compartida, y no a la verticalidad intransitable de las cuestas que nos mete Paco.  
No, debe ser que en las cabezas rondan los Guajares, La Travesera, Sobrarbe, Sierra Nevada….  y  todos los proyectos para el próximo fin de semana. 



 Roco y Lobo (la experiencia y la juventud), 
nuestros fieles e infatigables compañeros.
Mira que les he echado fotos a los puñeteros,
pero como no se están quietos
 no hay manera de sacar una buena toma.

Y hablamos de gremio, clan, sociedad, hermandad, etc;   porque en realidad te das cuenta que formas parte de un grupo que hace actividades que se apartan de lo que suele hacer  el resto de la población.
Cada vez te sientes más solo en medio de la gente cuando cuentas tus cosas. Cada vez te entienden menos, claro que, no  hace tanto  tiempo, yo tampoco lo podría encajar. 
Y es que esas cifras de tantos kilómetros, tantos metros de desnivel, positivo, negativo, acumulado…, y correr por la montaña; cuando ya cuesta andar…
     Terminan mirándonos  raro. Porque  la distancia popular más larga conocida es el maratón por asfalto, que dicho sea de paso, da mucho caché (es aceptado como algo heroico).  Y piensan:
- Pero si el maratón  son 40 km, cómo hablan éstos de carreras de más de cien km, de varios días corriendo, de no sé cuántos metros de desnivel, cuando el Everest tiene 8000 y pico. Que estamos hartos de ver en la tele a Edurne Pasabán y a Juanito. Éstos son más chulos y suben más alto del Everest y corriendo. 
¡ Venga ya ¡ .  ¡Fantasmas¡.


Ha vuelto el grupo Parchís.
Parchis, chis, chis,
 parchis, chis, chis.....
Cada vez nos metemos en empresas mayores, más raras, más largas, más duras… siempre más.  Y sin darnos cuenta, nos vamos distanciando más.
Y eso, sólo pueden entenderlo en tu gremio, tus iguales, los locos a los que mueve la misma pasión.  
Por todo esto, con la gente cada vez hablo menos de lo que hacemos. Nos sentimos desplazados, sin embargo, nos hacemos fuertes cuando nos juntamos. 

La sociedad tiende a rechazar lo diferente. Simplemente porque no se lo puede permitir, es un mecanismo  de conservación. La sociedad, tiene una capacidad muy limitada de asimilación, de cambio; o un ritmo muy lento. Por eso se encarga de aislar, rechazar, desplazar y, en la mayoría de los casos, de castigar lo que no es “normal” (entendiendo por normal lo socialmente aceptado). 
Pero bueno, no voy a seguir con la reflexión porque me pierdo.


Correr sólo, es un placer, lo tengo que reconocer. Me encanta hacer rutas conmigo; pensar, dejar vagar la mente, disfrutar del sonido o el silencio del campo acompañado por mi respiración, mis pasos, aunque ahora que lo pienso, casi nunca oigo mis pasos ( a ver si es que a veces vuelo; o que respiro muy fuerte).

Pero estas salidas en grupo son geniales, un placer y posiblemente una terapia. Un encuentro de pasiones comunes. 
Aunque para los de fuera más que una pasión sea una obsesión. 


Con mis amigos 
(el que hace la  foto también lo es,
 a ver si aprendo a poner el temporizador 
y podemos salir todos juntos).



Un abrazo muy fuerte y mucho ánimo a mi amigo Fran Marín, el benjamín de los Córduba, que me acabo de enterar que no está en La Travesera por problemas de salud. 
Venga Fran, ya verás qué pronto estás otra vez  corriendo.


Saludos traileros. Jes.

1 comentario:

  1. Muchas Gracias, y muy divertida la cronica, la verdad es que has dado en el clavo, somos todos unos incomprendidos para la sociedad hasta que nos junatamos entre nosotros. mil gracias por tu referencia final y un gran abrazo. fran

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