viernes, 10 de junio de 2011

Mirando a La Travesera y Sobrarbe. Entrenando en el Sur los ultras del Norte.


 Último fin de semana de mayo de 2011.
Hay que preparar el Ultra trail de los Picos de Europa y el de los Pirineos. Los perfiles de estas carreras son unos auténticos dientes de sierra.
Ya desde hace tiempo los planes eran ir a la Tejeda tres semanas antes de los ultras (que coinciden el mismo fin de semana) para trabajar las subidas largas y pronunciadas. En esta ocasión el club se divide para cubrir dos ultras que se muestran a priori bastante atractivos.
El trabajo se nos amontona, los amigos azules de Cabra ultiman una salida por su zona en las mismas fechas de este entrenamiento. Bueno, otra vez será, ya nos contarán su aventura, seguro que disfrutan a lo grande.
(Nota: Curro consiguió enlazar las dos kedadas).

Nosotros volvemos a la Tejeda. Ya en una visita anterior quedamos prendados de las características y posibilidades de esta montaña que se moja los pies en el Mediterráneo, compartida por granainos y malagueños, y todos orgullosos de ella. Pertenece al Parque Natural de la Sierra Tejeda y Almijara.
Tiene varias rutas bien definidas ( esto que escribo traerá cola), la que menos con 1000 metros de subida y otros de hasta 1500. Claro, depende desde donde empieces, si sales del mar haces los 2065 hasta la Maroma, su pico más alto.
Después de muchos cambios de última hora, como es habitual en nosotros, pues somos muy maleables y nos adaptamos a todo, nos vamos el viernes 3 de junio por la tarde. Se nos cae finalmente Fran Marín y se une Curro. Salimos de Córdoba Paco, Curro y yo; recogemos a Fer Serrano en el Tejar y para la sierra.

Pacoki.
En el Robledar a las 8:30 de la tarde y la niebla entrando. Hacemos una subida hasta la base de la última pendiente a la Maroma, sobre un mar de nubes que tapan toda la Axarquía. Para hoy habíamos pensado hacer una nocturna y mañana otra más voluminosa. El descenso lo hacemos ya de noche, y al final entramos otra vez en la espesa niebla. 

Esto es lo que encontramos arriba pero media hora más tarde.

Hay un pequeño despiste en la mitad del grupo y llegamos divididos al coche. Gritos, pitidos, silbidos pero la niebla silencia los sonidos y hace imposible que nos oigan. No hay cobertura, así que a esperar.
Al rato sin más contratiempos y algo de coña por el camino, nos vamos al campamento base a cenar y dormir.

Desde los LLanos de Sedella la pasada Navidad.

Hoy han sido un poco más de dos horas que han sabido a poco para alimentar el hambre de montaña que teníamos.
Aclimatados al valle del Guadalquivir, los cordubeses estamos que tiritamos. Y aunque pueda sorprender, encendemos la chimenea en pleno mes de junio.
 Pacoki, Curro y Fer Serrano.
 Jesús, Curro (¿se debe cortar el pelo?) y Fer.

 Nos acostamos tarde, pues ya se sabe que en una cuadrilla de locos, los temas de conversación y la pasión montañera le ganan terreno al sueño. También ayudaría el vinito y la cena que llevábamos preparada por Paqui (mujer de Pacoki) y la madre de Curro, felicidades a las dos porque estaba de lujo.

A otra mañana desayunamos tranquilos en la puerta recibiendo el sol de la mañana. El día se presenta muy bien, pero la niebla empieza a hacer acto de presencia. Éste es un fenómeno metereológico muy curioso de la zona. Cuando el viento es del sur, llega el vapor de agua procedente del Mediterráneo y  a esa altura ( de 900 a 1100 m), se condensa convirtiéndose en niebla.

Hoy la ruta la haremos desde El Alcázar (800m), por encima de Alcaucín. Como la capa de niebla está más alta nos permite ver la parte baja de la confluencia impresionante de barrancos donde está ubicado este lugar. Su topónimo Al-Qasr (siglo X XII) parece más un castillo de tipo militar que un refugio. Entre otros ilustres moradores tuvo a Boabdil, último rey de la Granada musulmana.
 En el Alcázar no falta el agua;
 ni rosas antes de abrir.
Dejamos la pista  para la bajada, e iniciamos la subida por el sendero que va más a la derecha por el cortafuegos. Hoy vamos tirando de bastones y corremos menos, ayer la subida fue prácticamente entera corriendo.

Llegamos arriba y viendo la escasez de víveres 
(barritas y porquerías) pedimos auxilio a los montañeros que también han hecho cumbre y nos ofrecen un par de bocatas. Que compañerismo, que nivelazo el de la sierra y el de su fauna migratoria ocasional ( lo digo con todo el cariño del mundo, porque en definitiva somos fauna). Muchas gracias.
(Están los dos subidos en el bordillo).

Como es habitual, Curro nunca quiere llevar ni comida ni agua. Esta vez llevaba un bote con agua. No sé si se autocastigó o fuimos nosotros los que lo puteamos, pero los bocatas nos los comimos entre los tres restantes.
Como aún no estoy para excesos, después de el día de ayer y la subida de hoy, los tenía convencidos de que no bajaría hasta Canillas de Aceituno con ellos. Me quedé sesteando junto a unas rocas , estaba nublado y corría viento. A la hora me llaman, entre la niebla han perdido la vereda y se han vuelto hacia la Maroma.
Emprendemos el descenso de nuevo hacia el Alcázar. Pasamos el viejo pluviómetro y la fuente, a la que algunos hicieron asco por los renacuajos que tenía y luego echaron en falta el líquido elemento cuando se alargó la aventura.
Un poco más abajo perdemos la vereda. Zona pedregosa donde vamos corriendo, mirando al suelo y las referencias se nos escapan a lo lejos. En vez de volvernos, la intentamos buscar más abajo hasta que entramos otra vez en la franja de niebla, dificultando aún más el reencuentro con el camino. Metidos entre pinos y matorrales, por cierto, algunos muy cariñosos y pegadizos, a unos 1500 m de altura cruzamos tres barrancos hacia la izquierda intentando cortar la vereda. Y es que en una pequeña ventana entre la niebla vimos la parte alta del Llano de Zafarraya y de continuar bajando por allí íbamos a salir a unos 12 o 14 km del coche. Claro, un pequeño error en las alturas se va multiplicando a medida que vas descendiendo.
No se podría repetir la cantidad de comentarios e imprecaciones que cayeron sobre algún miembro del grupo oriundo de la zona.
Esto fue solo para demostrar que no somos corredores de autovía.

Y salimos a la Alcuaca, a unos cinco kilómetros al norte del Alcázar. Cuando llegamos a la pista ya teníamos hechos los ejercicios propioceptivos para los tobillos y la acupuntura en las piernas.

El sábado nos salieron seis horitas. La próxima vez no faltan en la mochila un par de bocatas en condiciones.

Os dejo un vídeo (si picas dos veces lo ves desde la página de Youtube y salen los rótulos):

Saludos traileros. Jes.

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