El viento viene a fuertes ráfagas y nos bambolea la tienda. Se oye como si fuese una ola que se acerca desde la lejanía y que rompe contra nosotros esquivando las altas paredes del vivac en el que estamos instalados.
Con JJ en la Campiñuela, al fondo Chorreras Negras.
Esta mañana pasamos por la Campiñuela hacia Chorreras Negras y Siete Lagunas, lugar en el que decidimos pasar la noche después de subir unos tresmiles. El recorrido fue impresionante, nunca antes habíamos subido desde Trevélez.
Chorreras Negras.
Siete Lagunas está en un valle cuya cabecera (en el noroeste) la componen, a la derecha La Alcazaba , y a la izquierda el Mulhacén, mirando desde abajo.
Desde la Loma Culoperro, siete lagunas y Mulhacén cara este.
Bajando del Mulhacén, Siete Lagunas y Alcazaba al fondo.
Laguna Hondera es la más baja, como su propio nombre indica, y la mayor de todas. Si la miras desde la orilla de arriba da la sensación de desembocar en el cielo, porque se llegan a mezclar. El viento barre el agua con tanta velocidad que llega a formar olas que lanza al vacío.
Laguna Hondera.
Después de inspeccionar el valle, hemos subido la loma de Culoperro donde alcanzamos por primera vez los 3000 m . A continuación vendrá el Peñón del Globo (3288m) luego dejamos la cuerda y nos giramos a la derecha para llegar a La Alcazaba (3364 m ).
El viento sigue sacudiendo la tienda. Nos ha obligado a meternos en los sacos a las 8 de la tarde, en todo el valle domina la sombra pero la Alcazba se resiste a sumergirse en la oscuridad y se empina para recoger los últimos rayos de sol.
Éste tresmil es el tercero de Sierra Nevada y el quinto de la península. Tiene un encanto especial, apartado de la masificación a la que se ve afectada el Mulhacén y sobre todo el Veleta. Este pico es el menos accesible, no porque entrañe dificultad la subida, auque se puede complicar lo que uno quiera, sino por la lejanía desde carreteras, carriles o lugar “civilizado”.
Hacemos una pequeña pausa en la cima de la Alcazaba y allí vemos que suben unos montañeros por su cara norte, cogiendo el Vasar Alto desde el Puntal del Goterón y el último tramo lo hacen por un canuto del espolón que llega directamente arriba.
Nos comentan que van hacia el Vasar del Mulhacén (en la cara norte), uno de nuestros objetivos de mañana. Cambiamos rápidamente de planes. Les preguntamos si podemos acompañarlos y muy amablemente nos acogen para engrosar su grupo. Éste había ido creciendo a lo largo de la jornada y nosotros contribuíamos a hacerlo aún más numeroso ( Carlos, Luis, Francisco con su esposa e hijo, finalmente JJ y yo).
JJ con nuestros nuevos amigos en la
Salida del Canuto de Siete Lagunas.
Pincelada ornitológica: en la cima de la Alcazaba vimos un alimoche, seguramente de paso para África. El domingo de vuelta a Granada vimos otro (o el mismo) a la altura de Dúrcal.
Volviendo sobre nuestros pasos nos adentramos en el misterioso Vasar dela Cornisa , en la cara norte del puntal del mismo nombre que tiene 3313 m . Aquí se pone de manifiesto que nuestro equipo pesado, con los grandes mochilones, no es lo más adecuado para hacer malabarismos en estos riscos y cruzar por los pasos estrechos. Pero la ruta bien merece la pena.
Volviendo sobre nuestros pasos nos adentramos en el misterioso Vasar de
Cara Este del Mulhacén.
Salimos a dar vista a la Cañada de Siete Lagunas, pasamos el Puntal de Siete Lagunas (3248 m ) y nos dirigimos hacia la base este del Mulhacén. Bajamos por el canuto de Siete Lagunas dirección a la Mosca y unos metros más abajo entramos hacia la izquierda en el Vasar del Mulhacén, seguramente uno de los sitios más espectaculares de la Sierra.
Desde cualquier lugar que veas la cara norte, parece imposible que se pueda pasar por ahí. Me recordó las Fajetas de Ordesa ( la de las Flores, Pelay, etc).
El recorrido se hace en una media hora y además tiene una fuente a mitad de camino. Prefiero dejar algunas imágenes para que os hagáis una idea del panorama.
Al fondo izquierda, el Puntal de Siete Lagunas y a su derecha el Canuto.
Laguna de La Mosca.
Vereda que sube de La Mosca al Collado del Ciervo.
Cara norte del Mulhacén, Puntal de Siete Lagunas, la Cornisa y la Alcazaba
(de lo más próximo a lo más lejano).
La línea horizontal a media altura el es Vasar.
Al salir por encima del Collado del Ciervo nos despedimos de nuestros guías y le seguimos mostrando nuestra gratitud.
Salida del Vasar.
Desde allí subimos al Mulhacén empujados, curiosamente, por un fuerte viento de espalda que ayuda la ascensión.
JJ dedicando la cumbre a nuestro amigo.
Ahora me viene a la mente que la primera vez que subí al techo de la península, lo hice también con JJ, con nieve y de noche en un mes de marzo. El campamento base lo teníamos en la Caldera. Habíamos llegado desde la Hoya de la Mora con un día espléndido, en manga corta. Pero cuando hicimos cima, el frío era tan intenso que la cámara de fotos solamente nos permitía tomar una imagen. Luego se bloqueaba por el frío y tenía que meterla en el bolsillo interior de la chaqueta para que se calentara y nos permitiera hacer otra foto.
Os dejo sólo cuatro fotos de aquella expedición.
Campamento en la Caldera.
Imágenes de cumbre.
El veleta desde el Mulhacén, aquella noche.
Con John derritiendo nieve para conseguir agua.
Otra foto para el recuerdo.
Llevamos todo el día andando con escasas pausas, descendemos hacia Siete Lagunas donde montamos la tienda.
El dios Eolo sigue recordándonos su fuerza con una cadencia intermitente pero incansable. En el saco no hace frío y tampoco me molesta despertar de vez en cuando para disfrutar la aventura.
Ayer cuando llegamos a Trevélez era ya tarde. Iniciamos el sendero para alejarnos de lo cotidiano y después de una hora aproximadamente montamos la tienda, ya de noche, donde pudimos. Tampoco había mucho donde elegir.
Cuando amanezca desayunaremos, desmontaremos el kiosco y haremos el descenso por Chorreras Negras hasta el pueblo de los jamones e intentaremos volver tímidamente a lo “normal”.
Hacía tiempo que no tenía esa sensación. Será por motivos puramente biológicos, deportivos, psicológicos, espirituales o emocionales. La larga caminata cargado como una borriquita, la radiación de algún satélite, la cercanía a lo divino, la menor concentración de oxígeno, hacer unos cuantos tresmiles a carga y descarga, la compañía, la aventura, las imágenes, los recuerdos, la búsqueda de equilibrio o la necesidad. Será por todo esto o por nada de lo mencionado, pero hoy, al llegar al Mulhacén me senté y noté cómo me envolvía una inmensa paz.
Saludos traileros. Jes.
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