Sus playas, bañadas por el Atlántico, son de arena finísima que nos permite hacer largas tiradas corriendo descalzo por la orilla del océano con un simple bañador (minimalismo extremo); sabiendo que en cualquier momento puedes darte un chapuzón y refrescarte.
Pero lo que me cautivó fue la maraña de senderos que se asoman literalmente a las espumosas aguas desde esos privilegiados balcones. Caminos que suben y bajan a las pequeñas calas de finísima arena, escondidas entre las majestuosas murallas rocosas.
(También os dejo un vídeo).
También pude hacer escalada. Olvidé los pies de gato, pero las características de la roca masajean la planta de los pies y de las manos. Hay tal cantidad de "bolos" y paredes que es un paraíso para el bulder o escalada en bloque. Y lo mejor es que lo tienes al lado de la sombrilla de playa, bueno si buscas un buen sitio no hace falta ni sombrilla. Es cuestión de ponerse a la sombra de alguna de las rocas que remojan los pies en el mar.
Nos situamos al oeste de Almancao de Pera. Esta zona es el límite, hacia España una enorme y kilométrica playa de finísima arena y hacia el poniente, una auténtica fortaleza de paredes de piedra en eterno pulso con las olas y el océano.
La parte rocosa, además de los senderos, cuevas, maravillosas calas, puentes naturales... te permite contemplar fácilmente el vuelo de los halcones conviviendo con sus queridas palomas bravías y unas colonias enormes de vencejo real (que yo desconocía hasta entonces).
Tuvimos la suerte de localizar un nido de halcones peregrinos la primera tarde que estábamos allí. La pareja de polluelos volantones nos estuvo deleitando con su precoces y cortos vuelos hasta el penúltimo día. Parece que su partida estaba prevista un día antes que la nuestra.
Os dejo un vídeo que no muestra ni de lejos la belleza del lugar.
Saludos traileros. Jes.
Hola Jesus me dejas alucinao que manera de relatar por unos minutos me as hecho tocar y sentir el Atlantico
ResponderEliminar