Es día de tirada larga y no quiero pisar mucho monte, el pie
está resentido después de la nocturna de anteayer.
Cerca de Alcolea están los embalses de Navallana y
Guadalmellato, a unos 15
kilómetros uno del otro.
La carretera es estrecha y se pasea, ascendiendo, entre
lomas de encinas y acebuches. En esta zona han introducido recientemente el
lince ibérico en semilibertad y se ha constatado el nacimiento de varias crías.
El asfalto solitario se va asomando a pequeñas calas del
pantano y me hace recordar otros tiempos en los que me prodigaba más con la
caña de mosca. En San Rafael de Navallana he disfrutado mucho con sus enormes
black bass y algún que otro lucio.
Hay grandes tramos inundados por las sombras haciendo más
agradable la carrera.
Cuando llego a la presa de Guadalmellato encuentro a un buen
hombre con su hija que me reponen el
bote de la riñonera con agua semicongelada. Me explica la trayectoria de los
caminos que salen de la presa. Forman parte del GR 48 que recorre toda Sierra
Morena desde Portugal a Jaén. Pero sin ser demasiado pretencioso, voy
barajando la posibilidad de alargar
otro día la ruta hasta Adamuz, y hacerle una visita a mi amigo Fran Marín.
Pero antes de emprender la vuelta, este buen hombre, me enseña una fuente que hay justo al comienzo de la presa en la casa de los guardas de confederación (este avituallamiento puede dar mucho juego para futuras salidas).
La subida la he hecho más rápida de lo que pensaba y como “la
zorra siempre tira para el monte”, a pocos metros de la vuelta, me desvío hacia
la derecha por un sendero que está
marcado como GR y que acompaña a la
rivera por el lado de enfrente.
Aquí es donde empieza “la ruta de los acueductos y puentes”.
Parece que este camino está hecho sobre un canal que baja hacia Córdoba. Y para salvar
las innumerables cañadas y barrancos hay un sin fin de pasos elevados que hacen
más atractiva la travesía. Si tienes vértigo, algunos te pueden hacer volar
mariposas en la barriguita.
Intentando situarme en las colas del pantano, haciendo
memoria de mis salidas de pesca y kayak, sigo bajando convencido de seguir el
camino correcto aunque no hay ninguna señalización.
Después de unos cuantos kilómetros, puentes y tubos aéreos, me encuentro a dos hombres en un cercado con
caballos y, más por cortesía que por otra cosa, les pregunto si llevo el rumbo
correcto. Pero uno de ellos me indica que debo volver y cruzar por un puente hacia
la otra orilla, un poco más arriba de una represa antigua.
Vuelvo sobre mis pasos sin estar muy convencido de la
indicación.
Las chicharras cantan cada vez con más ganas, indicando que
no iba a pasar mucho frío. Guiándome por mi instinto atajo por veredas de vacas
entre suaves lomas intentando buscar la carretera por donde subí esta mañana. Ya
fuera del monte y después de varios kilómetros de asfalto veo justo en frente,
el lugar por donde había pasado cuando me volvieron los hombres de los
caballos.
La salida que en principio debía ser de unos 30 kilómetros , se
alargó hacia los cuarenta. Cuando llegué al coche (a la sombra de un gran
árbol) el termómetro marcaba 34 grados y el bote de agua fría que me llenó la
simpática niña en Guadalmellato, hacía bastante tiempo que se había acabado.
Queda pendiente hacer la ruta en sentido contrario, y
posiblemente hasta Adamuz.
Saludos traileros. Jes.
Hola! Hace tiempo que sigo el blog y me gustaría hacer llegar una sugerencia. Si me facilitaís un email de contacto os la hago llegar.
ResponderEliminarGracias y seguir así!
Jose
joseferrero88@gmail.com