Teníamos pendiente enlazar estos dos pantanos al más puro
estilo trailero, y ya lo hemos hecho.
Esta vez partimos desde el puente de S. de Navallana (antes
de cruzarlo) buscando a nuestra izquierda por el camino que bordea el pantano,
aguas arriba, hacia la presa del embalse del Guadalmellato.
Habíamos quedado a las 8 de la mañana, pero 20 minutos antes suena el teléfono….
Paco dice que está diluviando, posponemos la salida para las 9. Aunque la previsión es de agua para todo el día,
llamo a Rubén y le traslado la noticia.
Ya en el coche, entusiasmados como niños (al menos yo, que
no hacía una tirada larga desde el mes de julio) vamos haciendo planes y
decidiendo la posible ruta. Rubén entregado, sin saber ni a donde íbamos, pero
tampoco se le veía intimidado.
Al principio unos kilómetros de pista,
con toboganes cada vez mayores. No
llovía o lo hacía suave, menudito. El camino lo mismo se dirigía al norte que
al oeste y hacia qué se yo, intentando salvar los cerros y barrancos, quizá
intentando despistarnos. Pero en cuanto dominábamos las alturas recuperábamos
la orientación.
Después de saltar alguna alambrada iniciamos una maravillosa
senda en mitad de un salvaje bosque
mediterráneo por una ladera orientada hacia
el este que remojaba sus pies en las calmadas aguas.
Si te fijas, casi se puede apreciar el tembleque de piernas.
Puentes, alambres, fina lluvia y lo inesperado, toros. Al pasar
el cortijo Choza Redonda, el camino debe pasar por un cerrado más pequeño que
una plaza de lidia. Dos puertas, una de entrada y otra de salida. Pero hay que
pasar entre 7 u 8 toros machos (no había duda sobre el sexo). Entre todos había
uno, plantado en el centro, con un morrillo y una cara de mala leche…. y yo de rojo. Entré en el cercado levantando
los brazos para que nos hicieran pasillo, dando voces (como los ganaderos),
pero después de las sugerencias de mis compañeros, decidimos pegarnos a la
alambrada como salamanquesas intentando llegar lo antes posible a la puerta de
salida.
¡Qué cara y qué
morrillo tenía el toro!.
Ya llevábamos una hora larga ,y repusimos fuerzas resguardándonos
de la lluvia junto a un acebuche. Deleitamos unos trocitos de dulce de
membrillo que ha hecho mi madre expresamente para estas salidas con los amigos.
El resto del camino me era ya familiar porque hice un trozo, en
sentido contrario, a principio de verano (la crónica en: Ruta de los pantanos y los acueductos.).
A veces llovía, y el objetivo se intuía cerca. Más puentes,
acueductos, pistas, entrantes y salientes de montaña al agua y de agua a la
montaña… A vista de pájaro, el pantano
parece el dibujo que haría un niño de una rama de espino, pero con más espinas.
En la presa también degustamos unas barritas energéticas
navideñas.
Truco Trail:
Barritas de turrón blando.
Ingredientes: almendras, miel y clara de huevo; casi nada. Se
cortan la noche antes, las envuelves en papel de cocina hasta por la mañana para que absorba un poco de grasa. Luego se lían
en papel de aluminio y métela en la mochila donde no se mueva mucho o te puedes
encontrar una bola de aluminio rellena.
Para tiradas largas y salidas
montañeras, van de lujo. Cuando te la estés comiendo disfrútala y no intentes
cantar villancicos.
Como la orilla oeste ya la conocíamos, decidimos volver por
la otra vertiente. Quizá influyó un poco
no pasar otra vez por el cercado taurino, pero ninguno dijo nada.
La vuelta fue un poco más corta pero con más campo a través.
También nos beneficiamos de un antiguo
canal que está al descubierto por el bajo nivel del embalse. Y fue en el
trayecto de retorno donde pudimos poner a prueba el surtido de chubasqueros,
cortavientos, goretex y demás prendas para resguardarnos de la lluvia.
¡Eso sí era agua!
Rubén, recordando cuando hizo la mili en la marina .
Después de acercarnos a las cuatro horas de aventura
trailera, acuática y taurina, llegamos al lado opuesto del puente (saltando una
última alambrada) donde iniciamos la salida.
Y no sé por qué, al pisar el asfalto y encarar el puente nos
dio por dar absurdos saltos, gritos, abrazos… bueno, nos vimos obligados a dar
explicaciones a una pareja de tortolitos que nos miraban atónitos.
El alquitrán debe tener algún componente que no nos sienta
bien.
FELICES FIESTAS traileras. Jes.
Que bueno compañero, nos lo pasamos como niños, espero con ansia la siguiente aventura.
ResponderEliminarNo importa el lugar ni la ruta, solo la buena compañía.
Rubén A.
Qué gran crónica! Como os lo pasais!!!! ¿¿¿¿ehhhhh??
ResponderEliminar:)
Jose Torres
Estoy detrás del capote de Jesulín (para mí o para el que quiera cogerlo) y la gorra de Chanquete para Rubén.
ResponderEliminarSaludos traileros. Jes.