martes, 15 de noviembre de 2011

TIRADA LARGA Y TORTUOSA.


Aunque todo estaba bastante seco, el sendero se rodeaba de un verde esmeralda alimentado por la humedad subterránea que recuerda al arroyo.
Una zona relativamente llana para lo que nos esperaba.

A los veinte minutos siento un mareo y pierdo el equilibrio. Paco cree que quiero adelantarlo y me da paso. La vereda sigue dando tumbos a lado y lado pero intento no perderla.
Debe ser una mala digestión. Mi compañero me recrimina sutilmente los posibles excesos del día de ayer.

Estuve con mi promoción de bachillerato en Archidona, nos encontramos 25 años después. He estado totalmente desconectado y me localizaron dos días antes por Internet. El impacto emocional fue increíble. Aún ando intentando asociar recuerdos que me vienen con las imágenes que tenía y las actuales. Y es que, con mis compañeros de Instituto tenía una relación muy cercana, pero con los de la residencia era una convivencia familiar, vivíamos juntos las 24 horas. Me he perdido sus veinte, sus treinta y los he reencontrado al inicio de sus cuarenta.      Yo soy mucho más joven, claro.

Quizá nuestro “yo” sea un conjunto de retales que nunca deja de crecer. A veces afloran, otras, incluso queremos deshacernos de ellos, esconderlos o enseñarlos como si fuese lo único que somos, lo único que tenemos.  Trozos que se van superponiendo y que aunque aparentemente no se ven o creíamos olvidadas, están ahí.
Estas reflexiones no sé si son fruto del vértigo o de la cantidad de recuerdos, emociones y vivencias que han inundado mi cabeza reviviendo esta etapa de mi vida.

Hay momentos en que la inclinación es bastante respetable. Me voy a deshidratar. Estos cerros, más olas que cerros, se siguen moviendo caprichosamente. Lo paso realmente mal.
La ruta es de las más duras que podemos encontrar en las cercanías de Córdoba, por no decir la que más.  Es una pena no poder disfrutarla mi primera vez  además de entorpecer el ritmo de Paco.
Tomo una ampolla de glucosa que encuentro en la mochila. Luego un gel. Pero la tortura continúa. No es una pájara, es algo muy extraño.
Mi amigo Paco, a su espalda, el calvario.
Subimos el cortafuegos más empinado y “llaneamos” unos kilómetros buscando el descenso por el GR que pasa junto a Santo Domingo.
Ya no se ve. Sacamos los frontales. Paco baja rápido. El gusiluz (frontal) se mueve más que nunca y sumado al mareo  la probabilidad de caerme o torcerme un tobillo es bastante alta.
Dos horas treinta y cinco, 28 km, no sé el desnivel y un colocón tremendo bebiendo solamente agua.


Dos días después sigo con vértigo. A ratos más suave, pero no se quita.
Hace poco que he salido de una fascitis. Creo que la he superado pero tengo un dolor intenso en la parte interna del tobillo que sube desde el talón.
Decido ver a mi amigo Toni Fernández, especialista en biomecánica deportiva, pies chungos y cojeras varias (CLINICAPODUM.COM). Le mando un mensaje para pedir cita y me contesta Pilar, su mujer.
Me comenta que tengo un pinzamiento y después de varias pruebas de pisada, corriendo, de pie, etc , me pone un vendaje adhesivo para compensar los tibiales. Tengo un pinzamiento de un tendón presionado por el calcáneo. De esta zona depende un porcentaje elevado del equilibrio y no solamente del oído interno, como yo creía.
Como por arte de magia el dolor se va diluyendo. Pero lo realmente sorprendente es que se me ha quitado el vértigo.
Los yoguis  dicen que los ejercicios de equilibrio físico nos hacen personas más equilibradas a nivel  emocional y comportamental.  Lo mismo, con el reajuste  me han reseteado y convertido en otro.
Gracias Toni, creo que ahora soy más estable.


Esta historia tiene otro final paralelo, otra interpretación que se desveló algo después.
Primero, la causa del pinzamiento fueron unas BROOKS GHOST 3. Porque las crisis se repitieron  y coincidían el día que corría  con estas zapas.
La otra revelación, mucho más impactante,¡ no tenía vértigo!.  Los mareos eran provocados por una hemorragia digestiva. Claro, esto lo supe tres semanas después.
El siguiente finde corrimos en Cabra, la subida a la Virgen de la Sierra. Una semana después repitió la hemorragia, fue cuando se agravó la situación impidiéndome correr Jarapalos.

En el momento de terminar la tirada larga tortuosa me encontraba muy satisfecho de haber podido hacer frente al recorrido en aquellas condiciones, porque fue realmente duro a nivel físico y psicológico. Conociendo ahora la causa, tengo que decir que fue una gran estupidez.

Saludos traileros. Jes.

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