sábado, 21 de abril de 2012

TURISMO RUNNING: VILLAVICIOSA DE CÓRDOBA

Correr haciendo turismo, otra forma de correr. Para hoy hay previsto una ruta por un paraje desconocido, al menos para mí. Nos adentraremos en Sierra Morena hasta Villaviciosa de Córdoba. El resto de la familia nos tiene que recoger al final del trayecto y  reponer juntos  las calorías perdidas.
Paco y yo dejamos el coche en Cerro Muriano. Acompañamos al solitario GR 48 dirección norte con viento fuerte y un poco desagradable, siempre de cara. El guía me va conduciendo por este camino con tanta historia, donde coincide además con el camino de Santiago y el camino mozárabe  desde Córdoba dirección Mérida. Este tramo ya es común para  los ramales que vienen de Granada, Málaga y Jaén. El camino mozárabe se remonta a las peregrinaciones que hacían los cristianos que vivían en los reinos árabes hasta unos años después de la batalla de las Navas de Tolosa (1212), y se desplazaban en su mayoría hacia los reinos de Castilla y Aragón.



Queremos hacer unas tres horas a ritmo de ultra, mirando para Ronda (los 101). Pasamos por El Vacar donde Paco no puede contener el  instinto vaquero y se pone a domar un pequeño caballo que encontramos en el camino.

Tantos kilómetros no pueden ser buenos.

Un poco más de sendero y cogemos el asfalto para no dejarlo ya  hasta el final del  destino marcado para hoy. 







Castillo de El Vacar.

Los kilómetros van pasando, charlamos, admiramos el paisaje, Paco mira de vez en cuando su reloj pero no me desvela nada. Lleva un aparato de esos que hablan con la estrellas, los marcianos, pilla satélites o yo qué sé, y te dicen dónde estás, cuanto tiempo llevas, la velocidad, lo que has subido, lo que has bajado,  lo que has quemao, si tienes que mear o comer, pero no me dice nada, esa información es reservada.
Hoy están todos en Andújar haciendo la carrera del Santuario de la Virgen de la Cabeza y nosotros aquí a nuestro aire, porque lo que es aire no nos faltó, de cara siempre de cara.












El descenso hacia el pantano de Puente Nuevo fue de lo más  relajante. El viento quebraba y hacía más agradable el trayecto.
Hay que hidratarse, pero no habíamos bebido mucho, con el ambiente fresquito no te pedía el cuerpo líquido. En la misma presa paro para cambiar la botella de medio litro que llevaba de reserva y nos deleitamos con un sabroso chupachus (uno para cada uno, no penséis mal).
Paco me anuncia que ahora vienen los puertos. Él conoce el recorrido pero lo mismo se lo ha comunicado el super reloj. Comenzamos la primera subida, el viento aquí es totalmente nulo, estamos en la cara sur de una montaña que nos separa de la masa de agua que hay al otro lado. Poco a poco vamos perdiendo las ganas de hablar, los comentarios se van haciendo más cortos, a veces monosílabos. ¿Será el chupachús que traba la lengua?. Un pequeño descanso y otro puerto.

 Pero lo bueno está por venir. Empieza una tímida llovizna para intentar refrigerar la cabeza. La subida es engañosa, parece que termina allí  donde llega la vista. Está claro, por el paisaje, el desnivel, trazado de la carretera,... allí está el final del puerto. No, no, parece que es  un poco más adelante. Seguimos sin encontrar una conversación cuando se oye un piterío, es el equipo de apoyo que nos ha alcanzado. ¡ Hay que ver lo que anda un coche!, que invento.







Llegamos a dominar ese puerto mentiroso y emprendemos el descenso hacia el pueblo. Allí nos esperan las mujeres y los peques.
El chupachús duró más de 15 km.

Todo terminó con una fabulosa comida en familia.
Después de alguna cerveza me reveló Paco que su aparato le había susurrado que el ritmo lo fuimos aumentando poco a poco.

Saludos traileros. Jes.

2 comentarios:

  1. Estupendo relato. Me han dado ganas de salir corriendo. Saludos desde Jaén.

    ResponderEliminar
  2. Muchas gracias.
    Esto anima a seguir contando nuestras cosillas.
    Para JaenXterra vamos bastantes córduba.
    Seguro que es chulísima.
    Saludos traileros. Jes.

    ResponderEliminar